Un hasta luego
Siempre pensamos en la muerte como un adiós.
Pero con el tiempo he comprendido que no lo es.
Es solo un cambio de habitación.
Durante muchos años le temí.
La sentí cerca más de una vez.
Y sin embargo, no me arrebató el aliento,
me regaló perspectiva.
He perdido personas. He dicho adiós.
Pero más que eso, he aprendido a decir:
nos volveremos a encontrar.
Porque lo que importa no es la despedida,
sino cómo hemos amado antes de partir.
Eso no desaparece.
Eso se queda flotando en el tiempo,
como la luz de la luna que aún brilla
aunque no podamos tocarla.